Zeyi Yang
Desde Argelia, en la costa mediterránea, hasta Zambia, un país sin salida al mar en el sur del continente, los países de África han estado importando este año muchos más paneles solares de China que el pasado, y los analistas creen que esto podría ser el comienzo de un esfuerzo masivo para ayudar a satisfacer la demanda energética del continente con energías renovables en lugar de con combustibles fósiles.
En mayo de 2025, los países africanos importaron en total 1,57 gigavatios de paneles solares de China, una cifra récord. (Para que nos hagamos una idea, es como añadir en un solo mes tres cuartas partes de la capacidad de la presa Hoover). Dave Jones, analista jefe del think tank global de energía Ember, señala que este pico no provino de países africanos relativamente prósperos, como Sudáfrica, sino de más de veinte Estados más pequeños.
Jones realiza un seguimiento del valor de los paneles solares chinos exportados a diferentes países utilizando datos de aduanas chinos. En los primeros cinco meses de 2025, descubrió que al menos veintidós países africanos importaron más paneles solares que en el mismo periodo del año pasado, y la mayoría duplicó la cantidad. Uno de los ejemplos más llamativos es el de Argelia, que importó 0,76 GW de paneles solares en la primera mitad de 2025, un aumento del 6.300% respecto al año anterior.
Países menos desarrollados, como Chad, han importado suficientes paneles solares como para reemplazar toda su capacidad de generación de energía actual. «La magnitud de estas cifras es enorme en el contexto de la demanda actual de la red eléctrica», explica Jones.
China ha dominado la fabricación global de paneles solares durante la última década. Más del 80% de los paneles del mundo se fabrican en China, según la Agencia Internacional de la Energía, gracias a las subvenciones gubernamentales, las economías de escala y las mejoras tecnológicas implementadas por las empresas locales. Pero hasta hace poco la mayor parte de estos paneles se destinaban a Europa, Norteamérica y otros países asiáticos.
Aunque las ventas totales a los países africanos aún son pequeñas en comparación con estos mercados de exportación tradicionales, el sur global parece estar en un punto de inflexión en su forma de pensar sobre la energía. Durante décadas, los países con escasez de energía tenían básicamente una opción por defecto cuando querían añadir nuevo suministro eléctrico: importar carbón y gas. Ahora, por primera vez, la energía solar se perfila como el camino más barato y ecológico, así que no hay necesidad de sacrificar el medio ambiente en favor del desarrollo.
Una historia conocida
Lo que está pasando actualmente en África puede sonar familiar, especialmente a quien conoce algo la industria global de la energía verde. Ya hemos visto varias versiones de esta historia antes, sobre todo el año pasado en Pakistán.
En 2024, Pakistán instaló unos 15 gigavatios de paneles solares; para contextualizar, la demanda máxima de electricidad del país es de unos 30 gigavatios. Los hogares colocaron tantos paneles en sus tejados que las ciudades paquistaníes ahora se ven claramente diferentes en los mapas satélite. Esta tendencia es una amenaza para el futuro de la red eléctrica nacional de Pakistán porque la gente utiliza sus propios paneles para generar energía, reduciendo así la necesidad de comprar electricidad de la red. Y casi todo esto ocurrió porque el país estaba importando masivamente paneles solares de su vecino y aliado, China.
Algo parecido sucedió en Sudáfrica en 2023. La infraestructura eléctrica en ambos países no es lo suficientemente resistente para satisfacer la demanda máxima, lo que provoca apagones constantes que obligaron a los consumidores a buscar fuentes de energía alternativas. El gobierno introdujo políticas que hicieron especialmente atractiva la energía solar, como desgravaciones fiscales por comprar paneles o pagar a la gente por inyectar el exceso de energía a la red.
Pero, en general, lo que más está impulsando la popularidad de la energía solar es simple: el coste de comprar e instalar paneles chinos se ha abaratado tanto que el mundo ha alcanzado un punto de inflexión. Aunque un país no esté particularmente preocupado por el cambio climático, simplemente tiene sentido económico generar energía solar, según Anika Patel, analista especializada en China de Carbon Brief, una publicación sobre políticas climáticas.
«Muchos países africanos ahora mismo sencillamente necesitan más electricidad. Y el hecho de que exista la opción de instalar plantas solares por una fracción del coste de construir una nueva planta de carbón o gas resulta atractivo», asegura.
El precio es un factor especialmente importante para los países africanos, porque es más difícil conseguir un préstamo para financiar un proyecto de planta de energía solar que en los países desarrollados, dice Léo Echard, responsable de políticas del Global Solar Council y autor de un informe sobre el mercado solar africano. Como las empresas solares chinas tienen ventajas de precio significativas sobre los fabricantes de otros países, siempre acaban siendo la opción preferente para abastecer la demanda solar de África.
De las grandes plantas a los tejados
Hay dos tipos de demanda que están impulsando el boom solar en los países africanos, según Echard. En el norte de África, países como Argelia y Egipto están construyendo enormes plantas de energía solar a escala industrial que requieren grandes cantidades de paneles. Pero en África subsahariana, los paneles están siendo importados por comunidades más rurales en lugares que nunca han estado conectados a la red.
Como ocurre en Pakistán, esta red de paneles solares distribuidos en los tejados está transformando el panorama energético. La gente está obteniendo acceso a la energía y ese acceso no depende ni del gasto gubernamental ni de préstamos extranjeros. En cambio, se extiende orgánicamente, hogar por hogar, siempre que los paneles sean lo suficientemente baratos.
Yike Fu, la directora de programas climáticos de Development Reimagined, una consultora especializada en seguir las colaboraciones climáticas entre China y África, ha sido testigo de primera mano de este tipo de adopción fuera de la red. Cuando visitó la Reserva Nacional Masái Mara de Kenia en 2023, le sorprendió ver un panel solar hecho en China en una aldea cuya principal actividad económica era cobrar a los turistas una entrada por pasar por la aldea.
El líder de la aldea tenía un panel solar, más pequeño que un televisor, donado por una empresa de Shanghái. Aparte de eso, la comunidad no tenía ningún tipo de conexión a la red. «La comunidad local desde luego quiere usar electricidad, pero a veces es muy difícil o bastante caro conectarse a la red nacional, así que la energía solar ofrece una solución», explica Fu.
Fu gestiona el China Africa Climate Action Tracker de Development Reimagined, que recopila datos sobre la inversión china en proyectos de energías renovables en África. Pero dice que a su equipo a veces se le escapan cosas debido a la velocidad con la que cambia la situación sobre el terreno. Fu dice que cuando unos colegas suyos viajaron a Zambia y Botsuana se encontraron muchas empresas chinas que ya estaban estableciendo operaciones comerciales locales y obteniendo beneficios, pero normalmente hay poca gente fuera de la región que se entere de ello.
Los riesgos en el horizonte
El mundo ha reaccionado de dos maneras radicalmente diferentes ante los paneles solares de bajo coste fabricados en China. Algunos países, liderados por Estados Unidos, están utilizando aranceles para disuadir la entrada de paneles chinos y fomentar la producción nacional; otros, como Pakistán, los reciben con los brazos abiertos.
Por ahora, los países africanos están mayoritariamente en el segundo bando. Para los gobiernos que se enfrentan a diario a la escasez de energía, la ecuación es simple: si la energía es barata es que es buena.
Sin embargo, hay algunos países que están considerando implementar políticas que ayuden a fomentar el ensamblaje local o la fabricación a pequeña escala de paneles solares con la esperanza de garantizar que las industrias manufactureras locales también se beneficien de la transición verde. (Nigeria, por ejemplo, propuso, y luego echó rápidamente atrás, un plan para prohibir la importación de paneles solares).
El problema es que apenas existe industria local de fabricación solar en África, según Elena Kiryakova, investigadora del think tank ODI Global que estudia la inversión climática de China en África. Lo que existe es mayormente solo el ensamblaje de células solares individuales para convertirlas en paneles, el último paso en la cadena de suministro solar y también el que menos valor añadido tiene.
«Por algunas de las conversaciones que tuvimos en Kenia, creo que la visión en este momento es que es más beneficioso depender de importaciones baratas en lugar de retrasar potencialmente cualquier acción significativa intentando desarrollar industrias locales», explica Kiryakova. «Desde luego es un debate que está vivo. Pero, en la práctica, esta dependencia de las importaciones de paneles solares chinos probablemente vaya a continuar».
Zeyi Yang es redactor sénior de WIRED, donde cubre temas relacionados con la tecnología y los negocios en China. Ha sido también reportero en China para MIT Technology Review y periodista sobre temas tecnológicos para Protocol. Sus artículos periodísticos han aparecido en otras publicaciones, como Rest of World, Columbia Journalism Review y Nikkei Asia.