Blanca García |
Ahora veo, con la distancia de dos años largos, hasta qué punto he invocado durante la pandemia una película en particular. Entre encierros, aislamiento, enfermedad, convalecencia, cuando el paseo al parque no era solo el evento del día sino el principal medio de relación con el mundo: sentarme a mirar la enredadera o el vaivén de la abeja, y de memoria emular el encuadre de Hic Rosa, partition botanique (Anne-Marie Faux, 2007). Como en la película, buscar un enfoque despojado, donde la humanidad desaparezca como personaje encarnado dentro del cuadro, solo intuida en trazas estructurales —el murete donde se apoya el rosal, la mesa donde duerme el gato, el asfalto donde picotea el gorrión— y solo, en un par de ejemplos, como sustituta torpe —un mapa, una guía de identificación de flora y fauna—. Por lo demás, durante casi una hora la película sugiere una realidad otra donde la naturaleza existe imperturbada, y el incorpóreo ojo de la cámara propicia la fantasía que tanto he intentado recrear recientemente: una inmersión en la vida no humana, siguiendo gestos y ritmos que ayudan a relativizar la supremacía, asumida como verdad, de las consecuencias del capitalismo extractivo sufridas en el día a día.
Actitud que en sí misma puede caer en la evasión, pero que en Hic Rosa es perspectiva estratégica. La partitura botánica del título sugiere una relación por la cual la voz frente al paisaje habla en horizontal, es decir, forma parte intrínseca del medio, en lugar de la captura colonizadora habitual en el paisajismo en la historia del arte. Faux compone las notas vocales que completan el pentagrama a partir de extractos de las cartas de prisión de Rosa Luxemburgo a Sophie Liebknecht y Mathilde Wurm, paradójicamente publicadas poco después de su asesinato en un intento de romantizar la figura de Luxemburgo y no como escritos políticos. Sin embargo, desde los fragmentos puja otra política, quizá más relevante hoy que los tratados explícitamente teóricos. Fragmentos donde Rosa explica cómo el estudio del exterminio de ciertos pájaros en Alemania, debido a la explotación agropecuaria, le recuerda al genocidio indígena en Norteamérica; donde relata el dolor tras observar un convoy llegado a prisión de búfalos flagelados, traídos de Rumanía como trofeos de guerra; donde obsesivamente observa, desde su celda, los cambios en la vegetación, los insectos, los pájaros, y constantemente declara que no existen jerarquías entre sí misma y el medio ambiente: Rosa es una con los búfalos, y pertenece, incluso más que en el Partido, entre los herrerillos.
El lugar común del pensamiento luxemburgueano —socialismo o barbarie— adquiere aquí una nueva dimensión. En la carta del 12 de mayo de 1918, Luxemburgo compara el entusiasmo de las reclusas al recoger una rama de olmo caída con la indiferencia de sus vecinos en la calle en la que solía vivir en Berlín, incapaces de apreciar la presencia de los mismos árboles, y explícitamente describe esa negligencia como barbarismo. La barbarie capitalista incluye la alienación con el medio ambiente, y si para Rosa Luxemburgo la revolución solo puede resultar del movimiento espontáneo —es decir, como consecuencia natural de la opresión—, hacerse cargo de toda vida por igual es la única opción. Durante estos años, las semanas en las que la fatiga apenas me permite ir y volver del trabajo, intento al menos un ratito sentarme frente a la ventana y aprender el nombre de los pájaros que se posan en los tres árboles que se ven desde la cocina. Quizá no sirva de mucho o de nada, pero es el único gesto disponible que me permite reposicionar el cuerpo, aprender a ver desde el cuidado.
Un reposicionamiento que puede enseñar desde el cine, desde el arte, a encarnar otra política. No en vano Hic Rosa, partition botanique está dedicada a Danièle Huillet. El método cinematográfico de Straub y Huillet, y en particular el último periodo de películas filmadas en Italia, es la culminación de la política integrada en el paisaje de la que Hic Rosa busca ser grado cero. Cuerpos enmarcados no jerárquicamente por la vegetación y la variabilidad meteorológica, recreando la relación directa de la presencia en su entorno. Renaturalizando la entonación y la pausa de la voz, sin aislarla del murmullo del entorno, es como puede existir el discurso político, por ejemplo, en las películas que adaptan los Diálogos con Leucó de Pavese, asimilando humanidad y naturaleza en oposición a la opresión sistémica de los dioses o el fascismo. Huillet y Straub definían esta perspectiva como «la utopía comunista de Empédocles», el precoz ecosocialismo de Hölderlin —que Rosa Luxemburgo lee en la cárcel y que Anne-Marie Faux se asegura sea mencionado en su película— donde la justicia solo será posible rompiendo con todos los principios de supremacía humana, en la vuelta a la tierra. El cuerpo de Danièle Huillet estático, fundido en el paisaje del Etna, reclamando al final de Schwarze Sünde un «Nuevo mundo […] que conjure el espíritu vivo».
Hic Rosa, partition botanique está disponible online en la cuenta de vimeo de Anne-Marie Faux. Las Cartas de la prisión de Rosa Luxemburgo han sido editadas recientemente en español en Akal y están disponibles en su integridad en inglés en marxists.org.