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Las tres novedades chinas

You Xiaoying  ||

 

El concepto de «las tres novedades» viene siendo el término de moda entre los mandatarios chinos y los medios públicos, pues subraya el fuerte desarrollo de las células solares, las baterías de iones de litio y los vehículos eléctricos en el empuje de las exportaciones chinas en los últimos tiempos.

A nivel global, China representa más del 80% de las exportaciones de células solares, más del 50% de las baterías de iones de litio y más del 20% de los coches eléctricos. Según los expertos, los principales impulsos detrás del ascenso de esta tríada provienen del apoyo gubernamental; de un comienzo temprano, fuerte y de bajo coste en las cadenas de suministro locales; y de un mercado interno masivo que está dando alas a las economías de escala. También señalan la capacidad de las compañías chinas para innovar continuamente.

Pero las tensiones geopolíticas están trayendo incertidumbre al futuro global de las manufacturas de estas «tres novedades», según apuntan algunos expertos. Las restricciones comerciales impuestas a China por parte de sus principales socios en este ámbito, particularmente Estados Unidos y Europa, podría afectar a su posición de liderazgo, y hay otros países que están mostrando mucho interés en ocupar su lugar.

«En el corto plazo es más que probable que China mantenga su ventaja en estos sectores. No creo que otros países la superen de manera repentina», afirma Li Dan, secretaria ejecutiva del Comité Profesional de Energía Renovable de la Asociación de Economía Circular de China. Señala también que esta situación potencialmente podría cambiar únicamente si otros países logran avances tecnológicos significativos.

Un desarrollo «más que llamativo»

El concepto de las «tres novedades» —o xin san yang— hace referencia de manera clara a las «tres clásicas» de China, que en su momento fueron los pilares de sus exportaciones: la ropa, los accesorios del hogar y los muebles.

No está claro quién acuñó el término, pero uno de los primeros dirigentes chinos en utilizarlo fue Lv Daliang, portavoz de la Administración General de Aduanas de China. En una conferencia de prensa en abril de 2023, Lv subrayó el desarrollo «más que llamativo» de las «tres novedades» en las exportaciones del primer trimestre de aquel año.

Las exportaciones combinadas de vehículos eléctricos, baterías de iones de litio y células solares (las piezas con las que se construyen los paneles solares) alcanzaron los 264.000 millones de yuanes (unos 35.000 millones de euros) entre enero y marzo de 2023, un incremento anual del 66,9%, según Lv. En conjunto, añadió el dirigente, elevaron el crecimiento total de la tasa de exportaciones en dos puntos porcentuales.

Este crecimiento lo lideraron los coches eléctricos, que en ese periodo registraron un incremento anual en las exportaciones del 122,3%. Los seguían las baterías de iones de litio, con un 94,3%, y las células solares, con un 23,6%. Esta tendencia continuó durante todo el año. En una conferencia de prensa en julio de 2023 Lv informó de un salto de un 61,6% entre un año y otro en las exportaciones de estos tres sectores. Wu Wei, profesor adjunto en el Instituto Chino para Estudios de Políticas Energéticas de la Universidad de Xiamen señala que «como China ha logrado aprovechar con éxito la oportunidad de desarrollar su industria de energías renovables, ahora cuenta con unas ventajas sustanciales a nivel global en estos tres sectores».

En 2022 China había logrado prácticamente un monopolio en las exportaciones globales de células solares: el 83,8% del total, según los datos ofrecidos por Natixis, una empresa y banco de inversiones de Francia. Los datos muestran que en las exportaciones de baterías de litio y de vehículos eléctricos el porcentaje que representan las compañías chinas es menor pero aún así significativo: un 52,3% y un 23,4% respectivamente.

El porcentaje correspondiente China en la manufactura global de todas las etapas de la producción de paneles solares superó en 2022 el 80% del total, según Rystad Energy. Esta información se puede encontrar en el Solar Market Report 2023 de esta compañía de investigación y negocios afincada en Noruega.

Según dicho informe, el porcentaje de China en la fabricación polisilicio, obleas solares, células solares y paneles solares fue, en ese mismo orden, del 94%, el 96%, el 90% y el 81%. El polisilicio es el material base para la cadena de suministro de paneles fotovoltaicos, mientras que las obleas (láminas finas de semiconductores) se utilizan para fabricar circuitos integrados en las células solares.

Según Aditya Lolla —quien dirige el programa Asia de Ember, un think tank energético de Reino Unido—, la capacidad de fabricación de baterías en China en el año 2022 fue de 0,9 TWh, que es básicamente un 77% del global.

Vienen de lejos

Aunque la idea de las «tres novedades» es relativamente nueva, la aparición de estos tres sectores —todos ellos claves para la descarbonización— viene de lejos.

El apoyo de Pekín en cuanto a políticas públicas se remonta a mediados de los 2000 y ha sido constante desde entonces, sentando las bases para su éxito actual; esto es algo que casi todos los expertos corroboran. China aprobó una ley de energías renovables en el año 2005 para alentar la exploración y el uso de energías renovables. Dos años después, el gobierno central convirtió la industria energética en una estrategia nacional a través de dos medidas clave que destinadas a acelerar la investigación y la producción de energía renovable. Estas medidas —el Programa Nacional de Cambio Climático y el Plan de Desarrollo de Energía Renovable a Medio y Largo Plazo— llevaron los objetivos de la industria más allá de la mera reducción de la contaminación.

En el año 2008 recibió un enorme empujón (si bien de manera indirecta) gracias a un plan de estímulo gubernamental de cuatro billones de yuanes (523.000 millones de euros) con el que se intentaba hacer frente a la crisis financiera global. De este paquete, 210.000 millones de yuanes (más o menos un 5%) se reservaron para ahorro de energía, reducción de emisiones y proyectos de ingeniería ecológica. Esto ayudó a dirigir a empresas e inversores hacia el sector de las renovables, según un informe publicado en 2010 por WWF y el Instituto Chino de Investigación de Recursos y Políticas Medioambientales. Este informe señalaba que «los proyectos a gran escala de generación de nuevas energías comenzaron poco a poco. Las inversiones para la producción de equipamiento de energía eólica y solar han estado más activas que nunca. Además, en Shenzhen recientemente se han explorado aplicaciones dentro de la industria de vehículos de nuevas energías, como la construcción de puntos comerciales de recarga». En 2012, China ya había «formado una sólida cadena de producción» para la industria de placas fotovoltaicas. Según un estudio del gobierno de aquel mismo año, el país estaba produciendo más del 40% de todas las células solares del mundo.

Estas medidas continuaron en 2015 con el lanzamiento de la estrategia Made in China 2025. Esta iniciativa buscaba transformar la industria China para que en diez años pasara de hacer un el uso intensivo de mano de obra a hacer un uso intensivo de tecnología. También apuntaba a objetivos específicos respecto al crecimiento de las marcas nacionales de vehículos eléctricos y presentaba un plan de acción propio para el crecimiento de la industria de equipamiento de producción de energía solar, eólica y otras fuentes renovables.

Esta estrategia fue seguida por dos planes quinquenales sectoriales que abarcaban el periodo de 2016 a 2025: el decimotercer y el decimocuarto plan quinquenal para la fabricación inteligente señalaban los vehículos movidos por nuevas fuentes de energía y el equipamiento de producción de energía como dos de los sectores clave para la renovación industrial.

Alex Wang, experto en normativa medioambiental, explica que cuando hace quince años hablaba sobre estos estímulos industriales con gente de China, reconocían que no tenían del todo claro que fueran a tener éxito. «Era algo que tenía cierta lógica y simplemente estaban probando», cuenta Wang, profesor de Derecho en UCLA y codirector del Instituto Emmet de Cambio Climático y Medio Ambiente. «Lo que sí es notable es que ahora, algo más de una década después, estas medidas han resultado ser increíblemente exitosas».

Cadenas de suministro y mercado interno

Multitud de expertos destacan el hecho de que China empezase tan pronto a tomar estas medidas y que sus políticas públicas hayan sido coherentes a la hora de crear unas cadenas de suministros internas sólidas para estos sectores. Ahora representan la principal ventaja de China respecto a sus competidores.

«Desde las materias primas hasta los últimos componentes, el sector solar en China cuenta con una cadena industrial integrada», afirma Li Dan, de la Asociación China de Economía Circular. También identifica los reducidos costes laborales del país como un extra en las primeras fases del desarrollo productivo.

El tamaño del mercado interno de China, que prácticamente no tiene parangón en todo el mundo, también les ha ofrecido un impulso significativo a sus empresas. «El mercado chino es muy grande y los incentivos públicos son muy generosos. Esto implica que China no solo produce muchos dispositivos de energías renovables, sino que también consume muchos internamente», apunta Li Shuo, asesor político de Greenpeace para el sudeste asiático. «La producción y el consumo se retroalimentan de la siguiente manera: si los productos que fabricas pueden venderse, eso impulsará tu competitividad industrial». Añade además que, al igual que ocurre con la mano de obra, es de mucha ayuda que el uso de tierra y la financiación sean tan bajos para las empresas chinas.

Las economías de escala creadas por el inmenso mercado interno de China fueron creadas por políticas públicas que animaban, y en algunos casos exigían, el suministro de productos fabricados en el país. Por ejemplo, el duodécimo plan quinquenal (2011-2015) de la industria de paneles fotovoltaicos exigía que el 80% del equipamiento y de los accesorios usados para la producción de células solares fueran «locales». El programa Made in China 2025 estipulaba que en 2020 más del 70% del millón de coches eléctricos e híbridos enchufables vendidos anualmente en China debían de ser de marcas del propio país. El objetivo para 2025 es que esa cifra debe ser el 80%, es decir, tres millones de coches.

Shuo piensa que la gente de fuera de China a menudo pasa por alto la innovación local de las empresas del país: «Esto incluye la renovación y el desarrollo de aquellas tecnologías en las que las industrias chinas ya son líderes mundiales, además la mejora continuada en las técnicas de fabricación. China encabeza estas áreas a nivel mundial y por ello es tan competitiva en estos sectores en todo el mundo».

Subsidios e innovación

Para algunos expertos, el auge de las «tres novedades» tiene mucho que ver con los subsidios del gobierno a fabricantes, productores de energía y consumidores. Según Alicia García Herrero, del think tank Bruege, con sede en Bruselas: «China solía tener sus competidores en estos sectores, pero mientras ella ha concedido enormes subsidios a estas industrias, sus competidores no lo han hecho […] o dejaron de dar estas ayudas por lo menos hace diez años, como en el caso de los paneles solares en la Unión Europea».

García Herrero afirma que hacia finales de la década de 2010, la Unión Europea acogía al menos el 60% de la producción global de paneles solares. Para empujar esta producción, los países europeos —especialmente Alemania y España— habían estado subvencionando fuertemente el uso particular de energía solar. Pero debido a la crisis financiera, estos países eliminaron las ayudas a la energía solar. «En Europa nade quería instalar paneles solares sin ayudas, así que el mercado se hundió», apunta García Herrero. «Había algunas empresas europeas operando en China, como la española Gamesa. Europa perdió mucho porcentaje del mercado chino».

Por esa misma época, China empezó a elevar su apuesta por la energía solar. La iniciativa «sol dorado» del año 2009 fue uno de los primeros intentos de dirigir esta industria por parte de China. Entregó subsidios a la instalación de paneles en edificios, la redacción de estándares técnicos y la promoción de ciertas tecnologías clave. Una vez se hubo ocultado este sol dorado, entre 2013 y 2019 concedió ayudas a los productores de energía solar dándoles un precio extra cuando vendían la electricidad a la red. También ha habido diferentes niveles de gobiernos regionales que han entregado ayudas para promocionar promover el desarrollo de grandes bases solares o la instalación de paneles solares en tejados y así ayudar a cumplir con los objetivos de instalación de renovables.

Este tipo de ayudas también han entrado en juego en el caso de la industria de vehículos de nuevas energías, cuyo desarrollo se entrelaza con el de la industria de las baterías. Es una de las primeras políticas públicas de esta industria, aprobada en el año 2009, el gobierno central se comprometió a invertir diez mil millones de yuanes durante los siguientes tres años. Esto ayudó a las empresas automovilísticas a lograr varias actualizaciones técnicas y de producto, como el desarrollo de coches de nuevas energías y sus accesorios.

En otro anuncio de ese mismo año, los ministerios de Hacienda y Tecnología ofrecieron subvenciones únicas para la compra de vehículos de nuevas energías a empresas del sector público de trece ciudades distintas. En 2013 las ayudas a la compra se extendieron a particulares e incluyeron recompensas en metálico, exenciones fiscales y matriculaciones gratuitas. En la actualidad solo se mantienen las exenciones fiscales a escala nacional, que seguirán vigentes hasta finales de 2027.

Sin embargo, según García Herrero el éxito de las empresas chinas de vehículos eléctricos frente a sus rivales europeas se debe a otra cosa: «Las empresas europeas optaron por fabricar coches híbridos, mientras que China se centró en fabricar coches eléctricos», y apunta además que «Europa permitió subvencionar a los consumidores de híbridos (no eléctricos puros), cosa que fue un error porque dificultó la transición al desarrollo de la industria de vehículos eléctricos».

Más tarde Estados Unidos empezó a subvencionar su propia industria de energías limpias, en particular los coches eléctricos, con la Inflation Reduction Act del gobierno de Joe Biden. Pero, como apunta García Herrero, las subvenciones siguen siendo «un tema muy delicado» en la Unión Europea porque el bloque no puede centralizarlas: «Se puede ver cómo los países intentan dar subvenciones […]. Pero son subvenciones nacionales, nunca tan grandes como las de Estados Unidos». 

¿Puede China seguir liderando?

La mayoría de los expertos creen que en el futuro próximo China mantendrá su ventaja en los «tres nuevos» sectores. Pero hay muchos que también destacan la incertidumbre provocada por las relaciones geopolíticas. Shuo afirma que va a ser «muy difícil» que las empresas occidentales superen a corto plazo a sus competidoras chinas porque es poco probable que cuenten con condiciones favorables parecidas, desde un apoyo político continuado hasta unos costes de producción bajos. «Creo que es un hecho indiscutible y algo que Estados Unidos y los países europeos se resisten a aceptar», afirma.

Pero Shuo advierte de que las perspectivas de China en estos sectores se han convertido «en una cuestión más política que económica», sobre todo en Estados Unidos y Europa, y cita las restricciones comerciales existentes o potenciales, como la prohibición estadounidense de los paneles solares chinos y la investigación antidumping que está en marcha en la Unión Europea contra los vehículos eléctricos chinos.

También se ha sugerido que países de otras partes de Asia podrían aprovechar la oportunidad para impulsar su fabricación. Arsjad Rasjid, presidente del Consejo Asesor Empresarial de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN), declaró a Al Jazeera en marzo que la asociación debería convertirse en «la cadena de suministro del mundo». El empresario indonesio, propietario de la empresa energética Indika Energy, añadió que «la nueva China es la ASEAN».

Aditya Lolla, de Ember, cree que hay algo más en esta historia. Según explica, probablemente no sea posible que otros países alcancen la capacidad de fabricación de China en los «tres nuevos» sectores. En cambio, sí que ve una oportunidad en el desarrollo de ecosistemas nacionales de producción de energía limpia a medida que la demanda mundial sigue creciendo. «Yo lo planteo así: el pastel como tal está creciendo, así que, a pesar del cuasi monopolio de China, hay margen para que otros países, con un buen entorno político y las intervenciones oportunas, creen capacidad productiva», afirma Lolla.

Además, las nuevas tecnologías podrían tener el poder de cambiar la dinámica de los sectores. «La idea de que Estados Unidos y Europa puedan competir [con China] en la tecnología existente parece casi imposible de imaginar», afirma Alex Wang. «Donde sí puedo imaginar que Estados Unidos y Europa puedan ponerse al día es en la investigación y […] el desarrollo de nuevas tecnologías». 

Wang señala que las universidades estadounidenses han sido muy potentes en investigación y desarrollo. El problema para las empresas y los investigadores estadounidenses que intentan desarrollar estas tecnologías es la falta de dinero, causada por años de indicaciones políticas incoherentes. «Los estadounidenses son muy conscientes de esa dinámica y están invirtiendo mucho dinero en investigación y fabricación», añade Wang. «Así que, en la próxima serie de tecnologías que seamos capaces de imaginar, si desarrollan una batería completamente nueva, química o lo que sea, eso sí que podría suponer una ventaja real».

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