Sueño de una noche de verano
Isaac Rosa Al principio no teníamos ganas de hablar. Repartidos en los pocos sofás y sillones, la mayoría en sillas reunidas aquí y allá en círculos familiares, algunas tumbonas plegables traídas de sus casas por las más previsoras. No teníamos ganas de hablar, apenas susurrábamos a los más cercanos, abotargados por la solanera previa, malhumoradas del mal dormir de las últimas noches, y sobre todo fastidiados de estar allí.